Hace tres días perdimos a un miembro de la familia, Rocky. Era de mi suegra, pero todos lo queríamos muchísimo ya que llevaba doce años a nuestro lado. Era un perro muy especial, de gran corazón y una paciencia infinita, sobre todo con mis sobrinos. Les quería un montón y siempre vigilaba que no les pasara nada. Nos daba unas bienvenidas cada vez sorprendiéndonos de cómo un cuerpo tan pequeñito podría contener tanta alegría. Desde el primer momento se ganaba los corazones de todos los que le conocían.
Su perdida me duele mucho… Y también me duele ver que muy poca gente entiende que la muerte de un animal puede ser igual o más dolorosa que la de un humano. Parece que la sociedad no nos da permiso para expresarla, igual que hace con la pérdida del embarazo. Escuchar frases como “sólo era un perro” o que “estás exagerando” por sentirte triste, puede dificultar llevar a cabo una correcta resolución del duelo. Como no todo el mundo tiene animal de compañía es menos probable que la gente sienta empatía respecto a esos casos. Además se infravalora el vínculo emocional que podemos tener con ellos. La persona afectada podría obligarse a actuar “normal”, como si nada hubiese ocurrido, retener sus sentimientos o negarse a pedir ayuda por vergüenza. Al no estar aceptado que pueda estar triste por la pérdida de su peludo, no pasa por todas las fases del duelo y ahí puede complicarse la cosa.
Pero es un duelo real y hay que tratarlo como tal, a pesar de que socialmente no está reconocido. La muerte de un perro o un gato (o cualquier otra especie) puede ser muy dolorosa porque los dueños no sólo están perdiendo a su amigo, sino también una fuente de amor incondicional, un compañero que proporciona seguridad y comodidad sin pedir nada a cambio. No es fácil asumir que ya no volverá, como tampoco volverán los infinitos momentos de alegría y cariño que nos regalaba cada día.
Si tu mejor amigo muere, debes expresar tu tristeza y afrontar la pérdida. Toma el tiempo que necesites para atravesar este duro momento y rodéate de gente que sí te entiende y te de consuelo. Saca tu dolor a través del llanto, de poemas, cuentos o cartas a tu peludo, haz un álbum fotográfico y nunca escondas tus sentimientos. Guarda sus cosas en una caja o deshazte de ellas haciendo una donación a un refugio si te molesta su presencia. Y si puedes, organízale un funeral o algún otro ritual de despedida. Por suerte ya existen tanatorios y cementerios para animales que quizás ayudarán a la gente a darse cuenta de cómo de fuerte e intenso puede ser un vínculo entre los humanos y otras especies. La aceptación y la integración de la muerte en nuestras vidas es lo que nos permite avanzar.
Y sobre todo sé paciente contigo, ya que el dolor no sólo es intenso y profundo, sino que además dura bastante tiempo. Una de cada tres personas indica que han sufrido por lo menos seis meses tras la pérdida. Tampoco te eches la culpa por lo sucedido, ya que no es la mejor manera de encontrar alivio. Simplemente tu amigo falleció y no es responsabilidad tuya. Es mejor que estés tranquilo contigo mismo y te perdones. Y como sucede con cualquier pérdida, hay que pensar que si sientes dolor es porque antes ha habido algo bueno. Recuerda a tu perro o gato haciendo travesuras y estando feliz a tu lado. Los recuerdos no son fáciles de arrebatar. Ya sabes lo que dicen: uno nunca muere del todo si no se le olvida. El dolor se irá pero tu amigo siempre estará contigo en tú corazón, cómo Rocky está en los nuestros.
Descansa en paz pequeño… ¡Te queremos!



